En una sociedad que calla las emociones, reconocerlas es urgente. Este libro nace de la convicción de que la educación emocional no es un complemento, sino la base del desarrollo humano desde la infancia. “Enseñar con Afecto” invita a docentes y familias a convertir el aula y el hogar en espacios de escucha y contención, donde los niños aprendan a nombrar, comprender y regular sus sentimientos. Ellos aprenderán a reconocer emociones como alegría, tristeza, miedo y rabia, a fortalecer su autoestima cuando pronuncian su primer “yo puedo” y a desarrollar empatía al ponerse en el lugar del otro. Alimentar el afecto infantil significa forjar personas capaces de sentir, comprender y sanar. Bienvenido a esta aventura donde cuidar el corazón de un niño es cuidar el futuro.
Hay libros que instruyen, otros que cuestionan y algunos pocos que transforman. Este libro, Enseñar con Afecto: La Educación Emocional Comienza en la Infancia, pertenece a ese tercer linaje. No es una guía técnica más, ni un compendio de teorías distantes, ni un manual frío de estrategias educativas. Es, ante todo, un llamado urgente y sereno a devolver al afecto el lugar que le corresponde en los primeros años de vida, esos años en los que se tejen los hilos invisibles del carácter, la autoestima y la capacidad de amar. Es un recordatorio de que educar no es solo transmitir conocimientos, sino acompañar, contener y sembrar humanidad en los corazones más jóvenes.
En una época en la que la velocidad y la eficacia parecen ser las nuevas divisas de la educación, detenerse a hablar de afecto puede parecer, para algunos, un gesto romántico o ingenuo. Pero nada hay más lúcido, más radicalmente transformador, que reconocer que el afecto no es un lujo ni un ornamento pedagógico, sino el suelo fértil donde germina todo aprendizaje verdadero. Numerosos estudios en neurociencia, psicología evolutiva y pedagogía contemporánea coinciden en esta verdad elemental: un niño que se siente seguro, escuchado y valorado no solo aprende mejor, sino que aprende a vivir mejor.
Este libro nace de esa convicción, pero no se limita a proclamarla. A lo largo de sus páginas, se despliega un recorrido tan riguroso como sensible por los fundamentos, las prácticas y los desafíos que implica educar con afecto en los primeros años de vida. Desde la figura del educador como referente emocional, pasando por el diseño de ambientes que acarician, hasta las estrategias concretas para acompañar las emociones y resolver los conflictos cotidianos, este texto entrelaza teoría y práctica con la delicadeza y la profundidad que exige la infancia.
El lector encontrará aquí, no solo conceptos, sino una mirada. Una forma de concebir la educación inicial como un entramado de vínculos, como un territorio donde la palabra, el gesto y el silencio construyen o destruyen, sostienen o desorientan, acompañan o
hieren. Porque la infancia, lejos de ser una etapa menor o un simple preámbulo de la vida adulta, es el cimiento sobre el que se erige la personalidad, la capacidad de confiar, de expresar, de relacionarse y de enfrentar los vaivenes de la existencia.
En este contexto, el afecto emerge como un lenguaje esencial, tan importante como el lenguaje verbal o el matemático, pero muchas veces relegado al terreno de lo implícito o lo invisible. Enseñar con afecto es hacer explícito ese lenguaje. Es asumir que la ternura no debilita, que la empatía no distrae, que el cuidado no retrasa el aprendizaje, sino que lo potencia, lo humaniza y lo hace perdurable.
Lejos de idealizaciones ingenuas, el libro reconoce también las complejidades de la educación emocional. No elude los obstáculos, las tensiones ni las contradicciones que enfrenta el educador afectivo en un mundo que, demasiadas veces, prioriza los resultados por encima de los procesos, las evaluaciones por encima de los vínculos y los protocolos por encima de las necesidades humanas. Pero justamente por eso, la propuesta de este texto cobra mayor relevancia: porque no se trata de un sueño utópico, sino de una
apuesta realista y comprometida por una escuela que educa sin olvidar el corazón.
En sus páginas, se abordan los pilares de una educación emocional auténtica, que comienza por reconocer al niño como un ser integral, portador no solo de necesidades cognitivas, sino también emocionales y afectivas. Se reflexiona sobre el rol insustituible de las familias, sobre la importancia de construir alianzas coherentes entre casa y escuela, sobre la necesidad de que los propios educadores cuiden y cultiven su bienestar emocional para poder sostener el de sus alumnos. Porque, como bien se expresa a lo largo de esta obra, no se puede educar emocionalmente si se educa desde el agotamiento, la indiferencia o el descuido de uno mismo.
Además, el libro ofrece un valioso repertorio de estrategias, ejemplos y propuestas concretas para traducir el afecto en acciones cotidianas dentro del aula. Desde juegos que permiten explorar las emociones, hasta espacios físicos diseñados para brindar seguridad y calma; desde el acompañamiento respetuoso en los conflictos, hasta las rutinas afectivas que estructuran el día con calidez y previsibilidad. Cada herramienta, cada recomendación, se sostiene sobre una profunda comprensión de la infancia y sobre la certeza de que lo emocional no es un agregado superficial, sino el eje vertebrador de toda experiencia educativa significativa.
Más allá de los conceptos, de las estrategias y de los marcos teóricos, lo que late en estas páginas es una invitación. Una invitación a educar desde el respeto, la escucha y el vínculo genuino. A mirar al niño no solo como aprendiz, sino como persona en formación, como ser humano en construcción, cuya dignidad y bienestar no son negociables. A comprender que el aula es mucho más que un espacio de transmisión de contenidos: es un espacio de encuentro, de descubrimiento, de aprendizaje mutuo, de construcción de confianza y de siembra de afecto.
Este libro interpela tanto a educadores como a familias, a directivos como a responsables de políticas públicas. Porque educar con afecto no es tarea de un solo actor, sino responsabilidad compartida de toda la comunidad. Y porque, en última instancia,
construir una sociedad más justa, empática y solidaria comienza allí, en los primeros años, cuando los niños aprenden, no solo a leer o a contar, sino, sobre todo, a sentirse valorados, respetados y amados.
Abrir estas páginas es abrir una puerta. Una puerta hacia una forma de educar que, lejos de los automatismos y las rigideces, se atreve a recuperar lo esencial: el afecto como cimiento, la emoción como brújula, la ternura como fuerza transformadora. Y es, también, una oportunidad para que quienes educan se reencuentren con el sentido profundo de su labor: acompañar la vida que se despliega, cuidar la fragilidad que se confía a sus manos y sembrar humanidad en cada gesto, en cada palabra, en cada mirada.
Nació en 1975 en la parcialidad de Quechaya, distrito y provincia de Huancané, región Puno. Es hijo de don Víctor Coaquira Quispe y doña Aurelia Pampa Condori. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 72286 “José Antonio Encinas” y la secundaria en el Colegio Nacional de Varones de Huancané. Posteriormente, obtuvo el título de Licenciado en Educación, con especialidad en Matemática y Física, en la Universidad Andina “Néstor Cáceres Velásquez” de Juliaca. Posee más de veinte años de experiencia en el ámbito educativo, destacando su labor docente en instituciones de la provincia de Huamalíes, región Huánuco. Sobresale su desempeño en la IE “Miguel De La Mata Beraún” del distrito de Singa. También ha ejercido cargos directivos en centros educativos como la IE “Javier Pérez de Cuéllar” de Santa Rosa de Pampán, la IE San Pedro de Pariarca, la IE Marino Adrián Meza Rosales de Jacas Grande y, actualmente, en la IE Herminio Córdova Ibarra de Tantamayo. Comprometido con la educación y la identidad cultural, ha sido ponente en eventos académicos y es autor de Arte Rupestre en Singa (2008) y Singa: Maravilloso Distrito del Alto Marañón (2010).
Licenciado en Educación de la especialidad de Matemática y Física, Maestro y Doctor. Con experiencia en docencia universitaria, Formación de docentes en servicio por el Minedu y docente de Educación Básica Regular. Actualmente me desempeño como docente y director encargado en educación básica regular, además, me desempeño como docente universitario.
Mi nombre es Sofía Cometivos Culqui, tengo 47 años, nací el 27 de julio de 1978, en la comunidad de Puerto Brasil en la provincia de Ramón Castilla, Caballo Cocha. Mis padres son Luz Angelica Culqui Coral y Jorge Luis Cometivos Pezo. Soy la segunda de 4 hermanas. Mis primeros años de vida los pasé junto a mi mamá en las diferentes comunidades de la provincia de Maynas, a donde ella lograba sacar un contrato docente. Luego, cuando ya tenía alrededor de 4 años, fuimos a la ciudad de Nauta, allí junto a mis padres y hermanas viví mi infancia y realicé mis estudios básicos. Mis estudios universitarios los realice en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, en la Facultad de Educación – especialidad Educación Inicial. Tengo 21 años de servicios oficiales en el magisterio como profesora de aula y directora, actualmente son 5 años que tengo el cargo de especialista de Educación Inicial en la UGEL Nauta. Hice estudios de postgrado de Maestría con mención en Docencia y Gestión Educativa, Segunda Especialidad en Gestión Escolar con Liderazgo Pedagógico y estudios de Doctorado en Educación en la Escuela de Postgrado de la Universidad Nacional de la Amazonia Peruana.
Diana Blanca Amaya Porras (nacida el 30 de diciembre de 2002 en Huancayo, Perú) es una joven egresada de la carrera de Administración y Sistemas por la Universidad Peruana Los Andes. Con una marcada sensibilidad hacia la educación inicial y el desarrollo emocional en la infancia, ha orientado su vocación a crear propuestas que integren la pedagogía afectiva con estrategias innovadoras de aprendizaje. Apasionada por acompañar a los niños en sus primeras etapas, se ha dedicado a investigar y diseñar recursos educativos que fortalezcan la conexión entre docentes, familias y estudiantes. Su escritura se caracteriza por ser clara, creativa y accesible, con el firme propósito de inspirar, orientar y aportar a una educación más humana, afectiva y transformadora. Autora del libro “Enseñar con Afecto: La Educación Emocional Comienza en la Infancia”, Diana ofrece una mirada profunda y esperanzadora sobre la importancia de cultivar la educación emocional desde los primeros años, convencida de que la infancia es la base del desarrollo integral de toda persona.
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