EL GUARDIÁN DEL JARDÍN DORADO

Situado en un Perú eterno, donde la tierra echa eco con los secretos Incas, “El Guardián del Jardín Dorado” se desarrolla en un escenario sagrado. Las sagradas costumbres andinas y los antiguos rituales que luchan por sobrevivir frente a la moderni- dad se exploran en una obra de Hernán Ñaupari Mayta, donde se entrelazan lo real y lo mitológico.

Angélica Inga García, es una persona resiliente y de- cidida, cuya existencia está entrelazada con los enigmas de una historia casi olvidada, es un eje central en esta historia. Después de completar su educación médica, Angélica re- gresa a su valle natal como especialista en medicina interna y otorrinolaringología. Pero es más que un cambio de pai- saje; se encuentra en una peregrinación de vuelta a su pa- tria, buscando algo que pueda encontrar e incluso redimir. Con sus palabras, Ñaupari Mayta traza el viaje de Angélica, in- cluyendo en la historia el tejido dinámico de un pueblo atrapado entre los trazos conflictivos de su propia identidad y la infiltra- ción de otras fuerzas. A pesar de los retos planteados por el rápi- do avance técnico y la globalización generalizada, las palabras del autor nos inducen a considerar el valor de la memoria colec-

tiva y la necesidad de proteger nuestras tradiciones culturales. Simbólicamente, el regreso de Angélica al Jardín Dorado sig- nifica el despertar de una conciencia que se había tornado atormentada por la vida urbana y el ritmo agitado de la vida contemporánea. Ella enfrenta las pruebas de su pueblo y sus propias luchas internas mientras asume el papel de Maestro Ñan, el último sacerdote andino y protector del jardín dorado. Su regreso a casa es un renacimiento en muchos sentidos; es un esfuerzo por re-suavizar el terreno sagrado de su juventud y protegerlo de la decadencia impulsada por el valor que está destruyendo su realidad.

Es un recordatorio sobrio de que nuestro patrimonio cultu- ral está precariamente equilibrado al borde de la extinción, y «El Guardián del Jardín Dorado» sirve tanto como faro de es- peranza como relato de advertencia. A través de su hermosa y apasionante narración, Hernán Ñaupari Mayta nos ofrece una historia que refleja nuestros propios desafíos y nos muestra el camino hacia la interculturalidad.

Con suerte, este prólogo servirá de entrada a un jardín de cuentos llenos de conocimiento de los antepasados, donde el camino por delante mostrará al lector el esplendor y la tris- teza de la lucha por proteger un planeta que está en peligro de desaparecer a cada turno. La clave de nuestro futuro está en la protección de nuestras tradiciones; entrar en las páginas de «El Guardián del Jardín Dorado» es aceptar la tarea de reconocerlo.