Este libro representa el fruto del trabajo académico de un docente universitario comprometido con la innovación en la enseñanza de la química para futuros ingenieros civiles. Basado en su investigación doctoral, el texto aborda cómo la implementación de tareas experimentales en el laboratorio no solo dinamiza el aprendizaje, sino que también fortalece el desarrollo de habilidades investigativas fundamentales. La obra parte de una premisa clara: la enseñanza de la química no debe limitarse a fórmulas y conceptos, sino vincularse activamente con la realidad profesional del estudiante.
La propuesta didáctica busca superar métodos tradicionales que han generado desmotivación y desconexión en los estudiantes, como lo evidencian estudios de Seijo et al. (2015). Se plantea que las prácticas de laboratorio, cuando están bien contextualizadas y centradas en la resolución de problemas reales, estimulan la construcción de conocimientos, la colaboración y la reflexión crítica. Investigaciones previas como las de Hodson (1994) y García et al. (2016) respaldan la efectividad de estas metodologías.
A través de una investigación experimental aplicada en la Universidad Nacional de Cajamarca, se comprobó que el uso de tareas experimentales en torno a fenómenos como la corrosión del acero tuvo un impacto positivo en distintas dimensiones del aprendizaje, como la construcción conceptual, metodológica y social del conocimiento.
El libro está organizado en cuatro capítulos que abordan desde los fundamentos teóricos hasta los resultados estadísticos obtenidos. Más que una obra técnica, se trata de una apuesta pedagógica que busca formar ingenieros capaces de observar, cuestionar e investigar, y que reconozcan el valor práctico y científico de la química en su formación profesional. Esta publicación se convierte así en una guía imprescindible para docentes, investigadores y estudiantes interesados en transformar la enseñanza de las ciencias desde una perspectiva crítica, contextualizada y con sentido de futuro.